Se suele presentar la lucha contra el aborto como una defensa de la vida y eso está bien, pero no es exacto. Los virus también tienen vida y, con buen criterio, nadie los defiende. Se trata de defender a seres vivos, humanos para más señas, que no se pueden defender a sí mismos. Seres que, si los dejas, pueden llegar a convertirse en Pepito o Paquita. O Jonathan o Vanesa. Y a ser premios Nobel. O unos imbéciles. O unos premios Nobel imbéciles. ¿Y tienen estos seres vivos, humanos para más señas, derecho a tener nombre o a ser imbéciles? Pues yo diría que sí. Y diría más, diría que incluso tienen derecho a ser premios Nobel, pero eso es cosa de los escandinavos y ya se sabe que son muy suyos.
Se trata de ponerse del lado de los más débiles. Y en este punto es cuando damos con los defensores del aborto. La inmensa mayoría de izquierda. Esa izquierda a la que se le llena la boca defendiendo supuestamente a los más débiles, a los "parias de la Tierra". ¿Y dónde están los parias más parias de todos los parias? En los vientres de sus madres. Sean éstas ricas, pobres o de clase media (otros apestados, pero eso habrá que dejarlo para otro día). Lo que hay que hacer es preguntarles a las progresistas y los progresistos que nos gobiernan: ¿Qué tal se llevan ustedes con su conciencia? Porque aunque hay quien piensa que carecen de ella, yo estoy convencido de que la tienen.
lunes, 18 de mayo de 2009
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