Al final, pues, parece que de la capital belga sólo ha salido una declaración de buenas intenciones que costará a los países occidentales alrededor de 100.000 millones de dólares en ayudas a los países del Tercer Mundo. Es decir, en volver a demostrar aquella máxima de Lord Bauer que calificaba las ayudas públicas para el desarrollo como la manera de redistribuir el dinero desde los pobres de los países ricos a los ricos de los países pobres.
lunes, 21 de diciembre de 2009
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