Carmen Grimau en Libertad Digital
La extrema dispersión de sus textos se juzgó como una estética de lo superficial. Sus libros se fueron catalogando entre parámetros literarios que resultan hoy ridículos y que, sin embargo, perduran. Hay un Vian para adolescentes atormentados (La espuma de los días), otro pornográfico y corruptor del sistema (Escupiré sobre vuestra tumba); entre medias, un Vian de panfleto antipatriótico (El desertor), hasta que se llega al profeta poético de la muerte (No me gustaría palmarla). Su obra aún queda atrapada en esta maldición circular, sí.
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