Si uno se pone en los zapatos de Israel y sabe que la eficacia de una posible acción contra el programa nuclear iraní es la resultante de dos factores, su capacidad ofensiva y la capacidad defensiva de Irán, ¿cuál sería su conclusión? Atacar antes que después. De la misma forma que mejor hacerlo antes que cuando se esté sometido a un aislamiento tan feroz como injusto que le tenga atado de pies y manos. Todos los pacifistas de bien y gran corazón deberían pensárselo dos veces antes de seguir promoviendo la imagen de un Israel que debe ser castigado por sus acciones. No sólo es injusto, sino que es estratégicamente contraproducente, y traerá violencia.
martes, 8 de junio de 2010
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