José García Domínguez en Libertad Digital
Frente a lo que barruntan nuestros pequeños polpotistas, la anulación de las corridas supondrá una prueba, otra, de su suprema españolidad. ¿O acaso existe deporte más genuino de esta pobre península que el de prohibir? Así, contra los toros ya pugnó Jovellanos, que algo de español tenía. Y los prohibió Carlos III. Y Carlos IV ratificaría después el regio repudio a tal práctica.
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