domingo, 13 de marzo de 2011

Gentecilla para votar

José Jiménez Lozano en La Razón

Volviendo a aquel asunto de bufones y hombrecillos y mujercillas de Corte, diremos que al bufón de Corte se le permitía decir lo que a nadie se permitía, pero también que no había inconveniente en decir un par de verdades a quien como en la escena que nos cuenta don Francesillo de Zúñiga, bufón del emperador Carlos I, sobre el paso de éste por Calatayud, donde un labrantín de entre la muchedumbre, como vio que aquél iba con la boca abierta, porque los Austrias padecían prognatismo y no podían ajustar fácilmente sus mandíbulas, le dijo al pasar: «Cerrad la boca, Majestad. Moscas de esta tierra son traviesas»; y que Carlos contestó: «Del necio el consejo», pero, al enterarse luego que era muy pobre, ordenó que se le diera un socorro y alivio.Y no pasó más.

Y por supuesto que don Francesillo cuenta todo esto como cosa graciosa, aunque no lo veamos nosotros de este modo, sino que lo que más nos importa es lo que la historia significa en cuanto a señorío de sí mismo y conciencia de su poder por parte del Emperador; lo que suscita algunas melancólicas reflexiones, cuando se piensa en esta administración de un poder autocrático, en comparación con la administración de otros poderes delegados y de autoridades postizas de ahora mismo, de cuyas providencias el labrantín no hubiera salido seguramente tan bien librado.

Y, como poco, hubiera tenido que cargar con pesada y amarga contestación, llena de sapos y culebras, que inimaginables en otras épocas de mayor civilidad, están ahora a diario en la boca de los hombres públicos, y se aceptan en el lenguaje público y político de hoy, como algo normal, y se supone, por lo tanto, que son también algo perfectamente correcto según los vigentes parámetros de la alta vulgaridad. Y a nosotros, que somos como su gentecilla para votar, se nos ofrecen así magníficos ejemplos de corrección política y delicado nivel cultural, y desde luego, invitan a abrir la boca ante los nuevos mundos y las maravillas que nos prometen estos nuestros señores, que tanto ruido de moscas hacen.

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