César Vidal en La Razón
Mientras se bajan las pensiones y los servicios públicos empeoran, nuestros recursos se van en sostener a los diversos e infinitos gastos de los nacionalismos como las embajadas catalanas en el extranjero o la compra de lanzas jíbaras por un millón de euros, a la ideología de género, al lobby gay, a manifestaciones «artísticas» de ínfimo valor, a la lucha contra el inexistente calentamiento global, a unos sindicatos que sólo se representan a sí mismos, a las organizaciones de la memoria histórica, a los disparates urbanísticos de Tutangallardón, a unos ayuntamientos con servicios sociales suecos y a un largo etcétera absurdo y parasitario, eso sí, cubierto todo ello con las consignas del progreso y de la redención planetaria. Recuperemos la sensatez porque no podemos seguir ese rumbo de redención mundial a menos que deseemos a medio plazo caer en la quiebra. Y en cuanto a todas esas causas… abandonémoslas. Si los herejes se quieren condenar, que se condenen.
domingo, 31 de enero de 2010
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