De Lincoln al general Lee, de Stonewall Jackson a Billy Graham, los norteamericanos han mantenido, a pesar de sus diferentes confesiones religiosas, esa fe en la acción de Dios en la Historia que recibieron de los puritanos del Mayflower. Fue esa impronta puritana la que garantizó desde el principio la libertad religiosa para todos; la que evitó las luchas entre Iglesia y Estado de otras naciones y la que mantiene a día de hoy ceremonias como los días de oración o la jura presidencial sobre la Biblia. Quizá muchos no lo entiendan, pero sobre ella descansa la grandeza de los Estados Unidos.
viernes, 5 de febrero de 2010
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