Carlos Rodríguez Braun en La Razón
Es razonable coincidir en que proporcionalmente a su presupuesto el Ministerio de Igualdad es sumamente útil. No para las mujeres, a quienes degrada tratándolas como seres de segunda categoría, al parecer incapaces de salir adelante sin el socorro de la coacción política y burocrática. No para los contribuyentes de todo sexo y condición, cuyos bienes usurpa el poder sin rubor. Es útil para Smiley y sus secuaces, en el mismo sentido de que lo es la falazmente denominada «ayuda al desarrollo», a la que el economista P.T. Bauer definió como quitarles el dinero a los pobres de los países ricos y dárselo a los ricos de los países pobres. Ambas consignas son útiles porque permiten a los poderosos socavar la libertad de mujeres y hombres, y encima exigir nuestro aplauso.
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