Allí donde entran en conflicto comunidades islámicas con otras de diferente fe religiosa, allí está Al Qaida operando o capitalizando el conflicto, ya sea de modo directo o mediante grupos afines con los que comparten objetivos. No sólo en el Magreb, donde secuestran europeos para financiarse, o en Egipto, Irak, Líbano o Moscú. También en Palestina, donde los vínculos terroristas de Hamas con la gran red islamista son notorios; el enemigo en este caso es el «gran Satán» de Ben Laden: Israel. No en vano, es el único país democrático y no musulmán de la zona. Por eso resulta sorprendente la ceguera de quienes deploran sinceramente atentados como el de ayer y no ven el sustento ideológico que los justifica y la mano común que los perpetra.
martes, 30 de marzo de 2010
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