En la carta que acaba de dirigir a los católicos de Irlanda volvemos a confirmar lo que Benedicto XVI ya nos anticipaba, siendo todavía cardenal, en las meditaciones de aquel Vía Crucis de 2005 que presidió por enfermedad de su predecesor: en la Iglesia hay mucha suciedad; y tanta suciedad no se combate encubriéndola, sino impulsando un proceso de purificación interior que comienza por el reconocimiento de la verdad y la asunción de culpa. En este «camino de curación, renovación y reparación» que es una de las señas distintivas de su pontificado, Benedicto XVI dirige a los católicos irlandeses un documento conmovedor, lleno de un amor vulnerado que siente como propias las heridas infligidas a los niños y jóvenes víctimas de abusos.
lunes, 22 de marzo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario