lunes, 5 de abril de 2010

De Viena a Córdoba

Juan Manuel de Prada en ABC

Para que un musulmán pudiera rezar en un templo católico primero tendría que producirse su execración y vaciamiento, la «abominación de la desolación» de la que hablaba el profeta Daniel; y si estos musulmanes austriacos se atrevieron a ensayar una pantomima de rezo en la catedral de Córdoba, venciendo la repugnancia que les provoca el culto que allí se celebra, es porque quisieron poner a prueba las contradicciones de una civilización debilitada a la que ven destruirse desde dentro, a la que esperan dar el golpe de gracia definitivo en unas pocas décadas. Sin espadas, sin pistolas, sin conquista: mediante la pura y simple pujanza demográfica.

No hay comentarios: