Javier Moreno en Libertad Digital
Hoy en día son los ganaderos que seleccionan toros para la lidia los que garantizan no sólo la perpetuación del toro bravo, sino que este tenga una vida relativamente grata, pastando los mejores pastos y moviéndose a sus anchas por sus extensas fincas, cual un kamikaze antes de la batalla. Si la fiesta llegara a abolirse y el negocio de la cría de toros de lidia desapareciese, estos últimos se verían abandonados a su suerte, que no sería otra que la que corren sus congéneres menos bravos. Muerte, al fin y a la postre. Gaseados o electrocutados y cortados en filetitos.
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