Que quienes con más energía e indignación claman contra el Sumo Pontífice, más mesura y prudencia aplican a sus comentarios sobre el Islam es también un hecho que no se tiene en consideración, pese a que muestra a las claras la relación entre la moral y el valor de los neo-comecuras, herederos del anticlericalismo más rancio. Difamar al Papa es gratis. Ningún predicador extraviado ni ningún vaticanista chalado va a dictar una «fatua» condenándote a muerte. Eso ni siquiera lo admitiría un escritor de best-sellers como Dan Brown, así que leña al mono, que es de trapo. En estas condiciones, no es en absoluto descartable que acabemos como aquellos, clamando al unísono que preferimos a Barrabás. Mientras tanto, la única pista fiable sobre las verdaderas intenciones de cada medio de comunicación es si se refieren a Ratzinger o a Benedicto. Qué refinamiento.
martes, 6 de abril de 2010
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