Bernd Dietz en Libertad Digital
Cualquier fetiche sirve, si se trata de desviar la atención y profesar respetabilidad denunciando las perversidades ajenas. Como para eso han servido de siempre los judíos (veremos lo que se tarda en endilgarles la crisis financiera; de momento, empiezan a ocurrir en Madrid intentos de linchamiento físico antisemita a manos de sujetos izquierdistas), ahora tenemos el episodio de la flotilla de Gaza, que viene pintiparado. Pobrecillos, estos militantes de la ayuda humanitaria, que añoraban emular al querido comandante Che Guevara. Tal, si gobernasen los republicanos en EEUU, nos estaríamos rasgando las vestiduras y arrancando los cabellos profusamente repoblados (para probar que hasta las vanidades, como las hípicas, pueden ser progresistas, siempre que las usufructúe la izquierda), como reacción al reciente vertido caribeño.
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