Los nazis ignorantes de sí mismos -pero ser nazi e ignorante de sí mismo es necesariamente un pleonasmo; al nazi lo guía la fe en su destino, no el conocimiento- que trataron de linchar anteayer a dos científicos judíos en la Universidad Autónoma de Madrid nada tienen de monstruoso. Ni es monstruoso el rector que todavía no ha dimitido: no era monstruoso otro rector, Martin Heidegger, que era muchísimo más inteligente y, por tanto, más culpable. Linchadores y rector de la Autónoma son hermanos nuestros. Aplican sólo, hasta el fin, una norma respetable y de rentabilidad libidinal muy alta para todo aquel que quiera librarse de la angustia de pensar por sí mismo: el odio primordial a esos satánicos judíos que tienen la universal culpa de todos los males que se ceban en nosotros; y no tienen más que leer la prensa española estos días para sentirse tibiamente reconfortados en su madriguera.
miércoles, 9 de junio de 2010
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