Retomo de su anaquel la bella edición en Gallimard de las Obras de aquel judío resistente y derrotado, que alzaba su poema «como el sonido de una campana que llama a la rebelión y al combate», en un tiempo en el cual «una sola palabra, Libertad, bastó para despertar las viejas cóleras». Perdió su envite Desnos. Lo pierde ahora Otaola, lamentablemente abandonada por los suyos. Y uno sabe que hay veces —casi todas, en cuanto concierne a la terrible especie humana— en que es mil veces preferible la derrota. Saber eso no está al alcance del alma de un político. Pero, ¿acaso «alma» y «político» no se excluyen?
lunes, 14 de junio de 2010
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