Juan Morote en Libertad Digital
Los propios cuadros de los partidos son espejo de vaciedad ideológica y moral, dicen lo que piensan en privado, si bien en público sólo y estrictamente lo que les conviene. Y todo este juego de poses estudiadas, discursos campanudos, entonaciones de actriz venezolana, puestas en escena, actos de adhesión y demás actuaciones, dejan a los militantes y a los simpatizantes ayunos de argumentos para la discusión política alguna. Estoy completamente seguro de que si los votantes y militantes del PP pudiesen, Regina Otaola no tiraría la toalla. Del mismo modo, si los votantes y militantes del PSOE pudiesen, Zapatero ya sería historia. Pero eso implicaría adoptar reformas políticas para devolverle el verdadero protagonismo al ciudadano, y ¡ay, amigo!, en eso sí están todos de acuerdo: ni de coña.
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