Gabriel Albiac en ABC
Arthur Rimbaud tenía 17 años cuando escribió Le bateau ivre. A los 21, Isidore Ducasse había dado ya a la imprenta los Cantos de Maldoror. Saint-Just tenía 25 cuando impuso a la Asamblea el regicidio de Luis XVI y volcó el destino del mundo. A los 12, Blaise Pascal había reinventado la geometría euclídea. Santiago Carrillo no había cumplido 22 cuando hizo asesinar a cientos de ciudadanos en Paracuellos. Hölderlin andaba por los 25 cuando, junto a sus colegas de estudio Schelling y Hegel, redactó el primer proyecto de sistema de lo que iba a ser el idealismo alemán. Cuando John Keats muere, no ha cumplido los veintiséis; dejaba una de las obras poéticas más medidas y sabias de la historia moderna. A la misma edad, Alejandro de Macedonia había conquistado ya medio mundo conocido… En nuestro loco presente, todos ellos hubieran sido tiernos beneficiarios del «Carné Joven», que clasifica como inválido mental a todo aquel que no haya cumplido los treinta años. Nuestros hijos acabarán en el manicomio. Pero los muros de ese manicomio de la infantilización los hemos alzado nosotros. No es inocua esta locura provocada, planificada casi, que hace, en vez de humanos adultos, animales irresponsables, por tiempo desmesurado y, en la práctica, ilimitado, a las crías de humano. No serán adultos. Nunca. No serán hombres. Pero sabrán matar. Demasiado pronto.
lunes, 28 de marzo de 2011
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