Stéphane Hessel, el autor de ¡Indignaos! tiene la legitimidad que le da su valiente lucha en la Resistencia francesa, el respeto que merecen sus décadas de compromiso con los derechos humanos, la admiración que produce su activismo a los 93 años. Esté o no uno de acuerdo con sus motivos para la indignación. Pero conoce poco España e ignora que aquí la Resistencia desde hace casi cuarenta años no es contra los criminales nazis sino contra los criminales etarras, ultranacionalistas y de extrema izquierda. Y que los derechos humanos no son conculcados por un Estado sino por un grupo terrorista.
De ahí que parezca tan feliz con esa secuela elaborada por la izquierda española, Reacciona, con la estela marcada por su libro y con su propia colaboración. Ignorante de lo sangrante que resulta en nuestro país tanta loa a su libro, tantas llamadas a la indignación por la misma izquierda que justifica los nauseabundos acuerdos de nuestro Gobierno con quienes en España persiguen, amenazan y asesinan. Y justamente en el momento en que la realidad de esos acuerdos se ratifica con documentos internos de ETA que no permiten un solo intento más de escapismo o de negación.
Muchos de quienes aquí celebran el libro de Hessel jamás estuvieron en la Resistencia contra ETA. Y no tanto por miedo sino porque no veían motivos para esa Resistencia. Quizá porque pensaban, piensan, como el propio Hessel sobre los terroristas de Hamás, que el terrorismo es inaceptable pero puede ser comprensible. Esa es la raíz de su bochornosa complacencia con las cesiones del Gobierno a ETA. No se trata de que no se crean la «bazofia de ETA». Es que les parece bien que este tipo de totalitarismos asesinos de extrema izquierda merezca la «comprensión» del Gobierno con los acuerdos correspondientes.
De ahí que no se limiten a un recatado silencio sino que vayan más allá y pretendan demonizar a los denunciantes de tal escándalo democrático. En una contraresistencia que los envilece. Con el argumento de que los denunciantes utilizan a ETA para ocupar portadas o que no quieren la derrota de ETA. Lo que en los tiempos de la Resistencia francesa de Hessel habría sido que querían hacer portadas o que no deseaban la derrota del nazismo o que no querían la paz.
Con el final feliz entonces de que triunfó la Resistencia y no el colaboracionismo. Con la incertidumbre ahora de si triunfarán las razones de la Resistencia o el acuerdo con los terroristas. Pues de eso se trata en esta etapa final del terrorismo etarra. De que tal disyuntiva aún no está resuelta. De ahí los motivos para indignarse, en España.
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