"Llegó a Nairobi un tal Pepe –se puede leer en el texto judicial–, persona de unos 45 años de edad, de aspecto español, buen conversador, que aparentaba tener soltura en estas cuestiones" y que comenzó a tener conversaciones "telefónicas" con los piratas. Según el tribunal, Pepe le hizo ver a los piratas la imposibilidad de que dos de ellos (los condenados ayer a más de 400 años) fueran puestos en libertad una vez que ya habían sido capturados por la fragata Canarias –coordinada por la OTAN– por lo que "las negociaciones se centraron en el aspecto económico". Que después de esto la ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, sostenga que el Gobierno no ha pagado revela, como mínimo, el desprecio más absoluto del Ejecutivo por las sentencias judiciales que tanto dice respetar. El silencio ante una descripción como la que se infiere del relato de las andanzas de Pepe, nuestro hombre en Nairobi, hubiera sido más decoroso para una ministra que demuestra desconocer los protocolos de un cargo como el suyo. Pero como negar la mayor tiene un coste cero para el Gobierno, adelante con los faroles.
miércoles, 4 de mayo de 2011
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