Si los dos grandes partidos se ponen estrictos se puede sacar de las calles a Hernán Cortes y/o a Francisco Pizarro. Tombuctú o Zanzíbar fueron polos de esclavitud de la ilustración árabe. El Califato de Córdoba, tan encomiado por Obama, tomaba esclavos («el tributo de las cien doncellas») entre cristianos. La Roma imperial fue esclavista y no vamos a abominar de su civilización. Condenar la trata de negros es un reduccionismo ucrónico. No se puede hacer política sólo con buenos sentimientos que anestesien a la opinión pública.
martes, 16 de febrero de 2010
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