José García Domínguez en Libertad Digital
Ocurre, por lo demás, que en el relato catalanista no cabe la objeción de conciencia semiótica del ciudadano Nebot. Para ellos, esa obscena ortografía castellana que luce, impúdica, en el rótulo de su comercio emerge tan ajena y hostil como los ejércitos otomanos que destruyeron Bizancio. Al cabo, su suprema bestia negra no es España, sino el español. La maldita lengua impropia, funesta lacra fonética que diera en infectar las laringes pedáneas a partir del aciago mes de septiembre de 1714. Y no han de descansar hasta lograr recluirla en la más estricta intimidad doméstica de los insumisos.
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