Ignacio Moncada en Libertad Digital
Suele decirse que el liberalismo es tan abierto que no hay dos liberales iguales. Pocas corrientes de pensamiento disfrutan de tanta riqueza ni de tanta diversidad. Mientras el sectarismo es la argamasa que unifica otras ideologías más monolíticas, el liberalismo lo suple con dos o tres principios irrenunciables de los que cada cual extrae las consecuencias con las que va conformando su forma de pensar. La fuerza de este núcleo ideológico es la que ha convertido al liberalismo en una de las filosofías políticas y económicas más influyentes de la historia reciente. Y uno de estos principios es la necesidad de una administración de la Justicia lo más eficiente e independiente posible. No le vendría nada mal a España, a día de hoy, repasar este punto.
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