No parece que ni Rajoy personalmente ni su PP institucionalmente sean corruptos, ni que haya existido financiación ilegal del partido, por lo que sabemos. Pero con ese empeño de, según sus aduladores oficiales, no dejarse "marcar los tiempos" desde fuera está dando continuamente la impresión contraria. Aguirre echó de su equipo a los implicados al día siguiente de saberse las acusaciones contra ellos. De este modo, dio la impresión de ser la que más indignada estaba con sus comportamientos. Rajoy, en cambio, da a entender con su lenidad que Bárcenas sabe demasiado como para desprenderse de él. Y aunque no fuera cierto, es esa imagen lo que acaba quedando, la idea de que hace falta una condena a un buen número de años para que Rajoy decida al fin expulsar a alguien del partido.
viernes, 9 de abril de 2010
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