Se puede entender que Merino y Bárcenas, el presunto «Luis el Cabrón» del sumario Gürtel, otorguen prioridad a sus intereses personales y se agarren como tabla de salvación a sus garantías especiales para escapar de los instructores ordinarios y ponerse en manos del Supremo. Los escaños son suyos aunque no los habrían obtenido sin el amparo de unas siglas. Lo que no se entiende es que su partido decline la obligación de reclamarles taxativamente a ambos las actas de la que están haciendo uso indebido, ni que en su defecto los expulse del grupo que les da acogida.
viernes, 9 de abril de 2010
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