Muchos hosteleros critican con razón el atropello jurídico y el gasto económico que padecen con esta reforma que ahora prohíbe áreas para fumadores en sus locales después de haber sido obligados hace tres años y medio a condicionar zonas para los dos colectivos dentro de sus locales. También critican con razón las pérdidas que van a sufrir en sus negocios al prohibir a muchos de sus clientes fumarse un cigarrito después de comer, bebiendo una copa o tomando un café. Pero raramente apelan frente a esa normativa a sus derechos como propietarios de dichos locales, ni reivindican su soberanía sobre lo que se puede o no hacer en su propiedad, a la que a nadie se le obliga a entrar. Por mucho que esos locales estén abiertos al público no dejan de ser privados.
viernes, 25 de junio de 2010
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