Me aseguran que Moratinos va a misa todos los domingos. Me parece bien. No lo digo sólo porque debe significar una enorme carga de conciencia el ser católico practicante y, a la vez, pertenecer a un Gobierno que ha convertido el aborto en algo tan trivial como tomarse un vaso de agua y que se complace en un laicismo sectario y tontilón. Fundamentalmente, lo señalo porque no me cabe duda de que necesita impetrar del Altísimo perdón por ser uno de los ministros de Asuntos Exteriores más miserables moralmente que han existido en Europa desde el final de la Segunda guerra mundial, lo suficientemente miserable como para confinar a unos refugiados políticos en un albergue para indocumentados en Vallecas.
jueves, 15 de julio de 2010
Un albergue en Vallecas
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