Gabriel Calzada en Libertad Digital
En el fondo lo que está en juego no es tanto si las instituciones de la Unión Europea deben gastar 126.000 millones o 268.000 millones más (que también), sino si el proyecto europeo sigue siendo controlado a través de su financiación por los Estados miembros o no. Bruselas ya ha demostrado que incluso con presupuestos moderados es capaz de dañar enormemente la competitividad y la libertad de mercado a través de una gigantesca maraña de directivas intervencionistas. Si además se le otorga la capacidad de crecer a su antojo gracias a estos nuevos impuestos europeos, el estatismo europeo se expandirá aún más rápido y de manera imparable.
lunes, 15 de noviembre de 2010
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