El «activista», mitad monje y mitad soldado, suele haber tenido un caldo de cultivo familiar procedente del movimiento vecinal, del comunismo o de la falange auténtica y desengañada. Así eran sus padres. Así son sus hijos. Pero los hay, también, procedentes de buenas familias, aunque estos suelen embarcarse en operaciones de entrega de alimentos por caravanas bien dotadas. A veces les sale rana el invento y entonces tiene que ir el Ministerio de Exteriores a rescatarles. Pero bueno, cada uno hace lo que puede por los demás. Y se ponen el pañuelito a lo Arafat para indicar erga omnes que ellos, con Israel, nada de nada. Y que su amor está en Gaza o en la Cisjordania. Mientras tanto, y entre esa diversión, Cáritas de España lleva prestando ayuda a más de 800.000 compatriotas en lo que va de año. Sin ruido y sin perder un minuto. Y un montón de cristianos, arriesgando sus vidas, intentan remediar los efectos de la salvaje colonización del rey Leopoldo y de sus compinches europeos. Así es la vida y así se escribe la historia.
domingo, 21 de noviembre de 2010
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