César Vidal en La Razón
Como en otros períodos de la Historia universal –la Francia de 1789, el Sur norteamericano previo a 1861, la Rusia anterior a la primera guerra mundial…– en la España de 2011, se dan cita importantes grupos de privilegiados que viven a costa del trabajo de la mayoría con la terrible añadidura de que esos mismos privilegiados son los que tienen que llevar a cabo una serie de reformas indispensables que implican el recorte drástico de sus privilegios. Pedirles que realicen esas reformas es tarea tan colosal como la de esperar que el plantador de algodón de Alabama de 1860 emancipara a los esclavos o los aristócratas franceses del finales del s. XVIII toleraran que los burgueses instruidos avanzaran en la escala social. Resulta, por tanto, difícil esperar que lo hagan y que vayan contra las sinecuras y canonjías que durante décadas han ido acumulando, entre otros, rapaces nacionalistas y asesores fantasmales, políticos ignorantes y subvencionados diversos, liberados sindicales y empresarios domesticados. Y, sin embargo, todos ellos, en un gesto de egoísta autoconservación, deberían reflexionar en que si no renuncian siquiera en parte a los privilegios de que disfrutan de manera injusta, si no aceptan disminuir siquiera en parte la carga que soportamos los ciudadanos y si no llevan a cabo en la medida de lo indispensable una serie de reformas irrenunciables, al final, el edificio se acabará colapsando desplomándose también sobre sus propias cabezas.
lunes, 6 de diciembre de 2010
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