Los diplomáticos estadounidenses no conceden ningún crédito a las proclamas marroquíes de que el Frente Polisario y los saharauis puedan ser captados por el huracán islamista y dedicarse a poner bombas. Recientemente, el corresponsal de ABC en Washington consiguió unas declaraciones del coordinador del Departamento de Estado para la lucha contra el terrorismo, Daniel Benjamin, en las que segura que su Gobierno no ha encontrado indicios de que los terroristas de Al Qaeda del Magreb Islámico se estén estableciendo en el territorio del Sáhara Occidental no controlado por Marruecos.
En el cable de agosto de 2008 ya citado, la embajada también había comunicado que esa amenaza a la que recurría Rabat era un espantajo: "no hay ningún indicio de actividad salafista o de Al Qaeda entre la población saharaui".
Merece la pena recordar que, mientras no hay saharauis implicados en atentados islamistas, por el contrario hay marroquíes en casi todo gran acto terrorista de carácter islámico e incluso pequeño, como el asesinato del cineasta holandés Theo van Gogh.
Marruecos es un tigre, pero de papel. De hacer la papiroflexia se encargan sus amigos en España. Y dada la corrupción inmensa que reina en el vecino del sur, suponemos que sus servicios no son gratis.
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