lunes, 21 de marzo de 2011

Emires

Alfredo Abián en La Vanguardia

Los buenos ya están bombardeando a las fuerzas del mal gadafistas. Nuestra complacencia ciclópea con el beduino libio se acabó el mismo día en que empezó a masacrar a su pueblo rebelde. Luego dirán que la civilización occidental no tiene coraje político y potencial militar para defender su escala de valores. Es más, cuando las fuerzas aéreas y navales aliadas concluyan su misión en Trípoli pueden cambiar de teatro de operaciones sin dejar de sobrevolar desiertos. Cuentan las crónicas que en Bahréin también hay revueltas como en Libia; que el emir Al Jalifa reprime a sangre y fuego a los manifestantes y que sus hermanos mayores de Arabia Saudí, temerosos del contagio, le han mandado tropas de apoyo. Lo primero que han hecho es demoler un monumento en la plaza de la Perla, lugar donde se concentraban quienes se sentían maltratados por el régimen. Algo de razón debían de tener, porque ahora son tiroteados. ¡Qué bonito es Bahréin! ¿Se acuerdan? Hace siete años, el emir le regaló un circuito de F-1 al jeque heredero, que comparte su gran afición al automovilismo con la de jefe de las fuerzas armadas. Fueron 150 millones de euros de nada. Y ahora, pobres, han cancelado la carrera que debía abrir, el domingo pasado, el campeonato mundial. Todo por culpa de unos sarracenos chiíes que se sienten oprimidos. Suerte que en Qatar reina la normalidad y hoy, mientras bombardeamos a los libios malos y sus mercenarios, arranca el Mundial de motociclismo. ¡Qué bonito es Qatar! Con su emir y su jequesa invirtiendo a trote y moche en España; con su megabase de la V flota estadounidense; con su Al Yazira. No hace muchas lunas, los cronistas narraban que Bahréin y Qatar eran los países más modernos y occidentalizados del Golfo Pérsico. Glubs...

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