Al final ocurre lo que ocurre y ponemos cara de sorpresa. Pero es la sorpresa del culpable. Porque somos nosotros quienes hemos alimentado el desprecio a la autoridad. De ahí que lo de Oliveres no sea nuevo, aunque sea alucinante. Responde a lo de siempre, una vieja progresía con síndrome de Peter Pan que aún añora los tiempos en los que contra Franco vivía mejor.
viernes, 17 de junio de 2011
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