Los dueños de la peculiar gallina, en cuanto vieron el primer huevo del color del uniforme de camuflaje de las Tropas de Defensa Biológica de las Fuerzas Armadas rusas, se asustaron, sintiéndose muy inquietos, preocupados y excitados. Pero en cuanto la gallina puso el segundo huevo, decidieron comérselo. Lo encontraron a su entera satisfacción, y hasta hoy. Así somos los seres humanos: lo infrecuente al comienzo nos horroriza, con amplitud y profundidad, y nos refocilamos en la tragedia de lo insólito hasta que pronto lo consagramos como cotidiano, asimilándolo en nuestro ser igual que un huevo frito metafísico, incorporándolo a nuestra propia naturaleza.
martes, 29 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario