Bernd Dietz en Libertad Digital
Supongamos por un segundo que un intelectual al uso no fuera una especie de palmero, que bendice los desafueros del poder a cambio de carantoñas contantes y sonantes. Sino en verdad un sujeto crítico, aficionado al bien y la verdad, que utilizase sus dotes retóricas y expresivas para someter a escrutinio lo que hay. Ya saben, para desenmascarar las mentiras y tratar de reflexionar sobre cómo mejorar el mundo hic et nunc. Sin cobrar ni engordar él a costa de los demás. Supongámoslo, como experimento filosófico.
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