Las ideas que a un ministro de progreso parecen interesantes ya sabemos cuáles son. Son las que, en sucesivas reformas educativas impulsadas siempre por ministros de progreso, han ido ajustando las clavijas de un proyecto monolítico que ha acreditado su fracaso, tanto académica como pedagógicamente, y cuyo objetivo final e irrenunciable consiste en completar una ingeniería social: postergación de las Humanidades, exaltación del igualitarismo y negación del principio de autoridad, utilización de la enseñanza como vía de adoctrinamiento e infiltración ideológica; a lo que en breve sumarán una asignatura de educación sexual, que es como finamente denominan la corrupción de menores. Contra tal proyecto de ingeniería social no hay consensos que valgan.
lunes, 12 de abril de 2010
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