Los 493 años de Califato conocen una interrupción de sólo 79: los de la revolución laica de los Jóvenes Turcos de Ata-Turk. La victoria de los islamistas de Erdogan, en 2003, cierra el paréntesis. Turquía vuelve a ser tierra de Islam. Y germen a partir de cual el yihadismo juzga hoy factible restablecer el Califato. La batalla contra Israel es movimiento sobre ese tablero. En su búsqueda de una reconocida jefatura por parte de la Comunidad de los Creyentes, el islamismo turco debe asumir una vanguardia guerrera que le disputa Teherán. La jugada de Erdogan para chocar con el bloqueo de Gaza es hábil. Rompe el último lastre que separaba a Turquía del yihadismo armado. Y la sitúa en su papel de gran base de retaguardia para el terror islámico. El segundo movimiento se inició hace años: la integración turca en la UE volcaría todos los equilibrios sobre los cuales existe aún lo que queda de Europa. La población musulmana sería pronto mayoritaria en la Unión. Y el peso de un régimen como el turco, corrompería cualquier aspiración europea a seguir siendo escaparate de democracia. Una Turquía europea es una Europa turca. No es loco que el Islam lo vea como el nuevo Califato.
lunes, 7 de junio de 2010
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