Hacienda se apropió en 2010 del 39,6% del sueldo real (bruto) de los trabajadores frente al 38,3% de 2009, y eso sólo contando la tributación directa por IRPF y cotizaciones sociales. De este modo, Zapatero aplicó en España la mayor subida de impuestos directos del conjunto de países desarrollados, tan sólo superado por Islandia. Como resultado, los contribuyentes españoles pagan ahora casi cinco puntos porcentuales más que la media de la OCDE, soportando así una de las fiscalidades más duras de la UE ¡Todo un logro en un país gravemente empobrecido!
Pero ahí no queda la cosa. Si a los directos se suman los indirectos –que también han subido–, la imagen del contribuyente español es para echarse a temblar: un trabajador apenas dispone libremente del 53% de su sueldo tras cumplir con el Fisco o, dicho de otro modo, Hacienda se embolsa de media el 47% de la renta bruta anual. No está nada mal. Así, por ejemplo, un asalariado soltero y sin hijos con un sueldo bruto de unos 1.600 euros apenas ingresará en el banco 1.000 euros limpios al mes, cuantía que se reducirá a apenas 800 una vez satisfecha la extensa y gravosa tributación indirecta que impone el Gobierno. El Estado pasa factura, y todo apunta a que ésta se encarecerá aún más en breve. Recuérdelo la próxima vez que alguien del Ejecutivo argumente que la "presión fiscal en España es baja" porque, simplemente, es mentira.
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