José Carlos Rodríguez en Libertad Digital
Varios grupos, nacidos de entre lo más servil de la izquierda española, han convocado a los ciudadanos a manifestarse contra todo. Contra los políticos, o al menos contra los partidos mayoritarios, al grito de "no les votes". Contra los bancos. Contra los recortes en el gasto social y cabe pensar que también contra los recortes en cualquier tipo de gasto, incluido el de la paga de los funcionarios. Y contra todas las manifestaciones de la crisis económica: el paro, el difícil acceso a la vivienda, la falta de oportunidades... Se refugian bajo un paraguas de nombre Democracia Real Ya, quizá por añoranza de las dictaduras reales de antaño. Pese a no llevar la bandera de ningún partido, aunque no podría descartar que fuera una organización pantalla al servicio de Izquierda Unida. O que reaparezca en las elecciones generales pidiendo el voto para contra el PP.
Tiene un elemento muy interesante, y es el hastío hacia la clase política. Los políticos prometen a los electores parabienes sin fin, sin decirles que son los mismos ciudadanos los que tendrán que pagar las promesas que votan. Eso es la democracia, el engaño masivo para obtener el control del Estado que, como decía Bastiat, es esa "gran ficción a través de la cual todo el mundo trata de vivir a costa de todo el mundo". Es un juego de trileros en el que sólo salen ganando la clase dirigente y los grupos sociales que son lo suficientemente poderosos como para influir en quién toma las decisiones. Un juego en el que pierde la mayoría y sólo ganan unos pocos. Lo sorprendente no es que haya unos cuantos desencantados. Lo sorprendente es que no sea la mayoría de los ciudadanos.
Pero estos miles de españoles que han salido a la calle no se han desengañado. Su problema es que siguen creyendo todos los señuelos de la política, todas sus mentiras una a una. Tenemos un sistema tan perverso y tan perfecto que coloca el cartel de críticos a quienes son sus mayores defensores. No quieren privilegios para los políticos, pero los quieren todos para la política a costa del libre desarrollo de la sociedad. ¿Quiénes creerán que iban a tener privilegios en su España ideal? Su lema es "no somos mercancías en manos de políticos y banqueros". ¡No, hombre, no! Una mercancía tiene más dignidad que un esclavo que le pide al amo más comida y más horas libres, y que habla de derechos mientras pide más grilletes para todos. Es difícil describir a estos críticos sin insultar su inteligencia, pero es lo que hay.
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