Editorial de Libertad Digital
Ya sean muchos o pocos los catalanes que estén a favor de la inmersión lingüística, el hecho es que esta ley vulnera el principio de libertad de elección de los padres y consagra el monolingüismo de curso obligatorio. La cuestión no es imponer el castellano o el catalán sino algo tan elemental como dejar elegir a los padres en cuál de las dos lenguas cooficiales quieren que se eduquen sus hijos. Si luego el 100% decide que prefiere el catalán, bienvenido sea. Lo importante es que esta unanimidad no se deba a la coacción estatal, sino a la decisión libre y soberana de los individuos, en este caso de los principales responsables de la educación de los niños, que no deben nunca ser los políticos, sino sus padres.
martes, 23 de noviembre de 2010
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