Mas ni Zapatero ni Rajoy tienen la más mínima intención de servir a su patria. El primero porque difícilmente puede servir a un concepto discutido y discutible; el segundo porque ha optado por esperar a que la fruta se vaya pudriendo y caiga, aun cuando con su caída arrastre a todos los españoles. Los dos están sedientos de poder hasta el punto de olvidar por completo que la legitimidad de origen de ese poder procede de encontrarse subyugado a los intereses de todos los españoles, no a los suyos particulares.
lunes, 4 de abril de 2011
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