Ignacio Camacho en ABC
Que la gente se lamente del egoísmo o de la corrupción de la clase política no deja de ser un reflejo desengañado de angustia ante una crisis de desamparo, pero cuando la queja alcanza a las instituciones y al propio mecanismo democrático hay motivos para un auténtico estado de alarma y conviene llamar a los bomberos porque se está quemando la cocina del sistema.
El problema es que los bomberos son los mismos que le han prendido fuego a esta desesperanza, y sólo ellos pueden sofocar el incendio a riesgo de socarrarse en las brasas.
viernes, 10 de diciembre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario