La realidad de lo que está en juego es otra. En primer lugar, un melodrama familiar con toques de chamanismo. Buena parte de la actual clase dirigente española procede de la oligarquía franquista. Eso es lógico, pero no se compadece bien con su estatus actual de adalides de la democracia más progresista del mundo. Como además casi ninguno se molestó en su tiempo en hacer algo contra Franco, tienden a quitarse estos muertos particulares de encima. Ahora bien, para matar al fantasma del padre es imprescindible que éste siga vivo, o por lo menos resucitado… Garzón, bien jaleado, se disponía a limpiar la conciencia de sus amigos mediante un arcano ritual mágico.
domingo, 11 de abril de 2010
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