No se trata de una especie protegida; al contrario: su rápida proliferación hace temer por el equilibrio ecológico de nuestro hábitat, donde también residen pacíficos y cabales contribuyentes, presas fáciles que cargan con su declaración impoluta del IVA bajo el brazo y el anca marcada a yerro vivo con el sello de la Agencia Tributaria; gente decente (qué palabra tan hermosa, dentro de poco no quedará nadie sobre quien poder aplicarla) que trabaja duramente por conseguir un puñado de euros con los que sacar adelante a su familia mientras contempla estupefacta cómo los manguis no tienen problemas para obtener millones y su única incomodidad reside en preguntar a sus lacayos dónde han aparcado el yate.
domingo, 11 de abril de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario