miércoles, 11 de mayo de 2011

ETA celebra lo que el Constitucional consiente

Editorial de Libertad Digital

Por si fueran pocas o escasamente contundentes las pruebas que han demostrado que Bildu es el cauce por la que ETA/Batasuna ha querido y podido burlar nuevamente la Ley de Partidos, este martes el ufano etarra Andrés Errandonea lo ha vuelto a poner en evidencia al exhibir a su salida de prisión una pancarta en favor de Bildu, en la que también se podía leer la proclama "independencia y socialismo" en vascuence. Por si aun hubiera dudas de quién está detrás de Bildu, la conjunción "y", que en euskera se traduce por "ETA", venía en la pancarta del etarra en letra mayúscula y en color distinto al de las palabras "indenpendentzia" y "sozialismoa". Sólo ha faltado que Errandonea hiciera referencia al dolor que ha causado entre las víctimas la sentencia del Constitucional que ha legalizado a Bildu con la mismas palabras con las que el Iñaki de Juana Chaos hizo referencia al dolor de las víctimas que causaba un atentado: "sus lágrimas son nuestras sonrisas y terminaremos a carcajada limpia".

En cualquier caso, la jactancia con la que el no menos irredento Errandonea se ha recochineado de las víctimas del terrorismo y ha celebrado la nueva burla etarra a la Ley de Partidos debería ponernos a todos la carne de gallina, si no fuera porque ya nos la ha puesto la repugnante sentencia del Tribunal Constitucional. Y es que, más elocuentes aun que la forma con la que este etarra, carente de arrepentimiento alguno, identifica a Bildu con la banda terrorista, eran las contundentes y numerosas pruebas que llevaron al Supremo a impugnar todas sus listas, pero que los magistrados del Constitucional designados por el PSOE han tenido la desfachatez de desestimar sin motivo alguno y sin jurisdicción para ello.

Como de forma coincidente han venido a denunciar en sus votos particulares los cinco magistrados que se han opuesto a la legalización de la listas de Bildu, la sentencia del Constitucional constituye una extralimitación en las funciones de este Tribunal pues se basa en una nueva valoración de las pruebas que el Supremo ya había valorado.

Pero lo peor que han hecho los magistrados designados por el PSOE no es, con ser grave, convertir al Constitucional en una instancia de "supercasación" que, ciertamente, desvirtúa su naturaleza, sino la de permitir que ETA siga teniendo terminales políticas en las instituciones, beneficiándose así tanto de la información como de la subvención pública que esta le garantiza. Todo para comportarse como servil correa de transmisión de un Gobierno que no podía negarse por segunda vez a instar la ilegalización de los proetarras, pero que, como luego se ha sabido, se había comprometido con el PNV a que ese "trabajo sucio" lo hiciera nuestro politizado y servil Tribunal Constitucional.

Este histórico y bochornoso capítulo de degradación de nuestra nación como Estado de Derecho, que para colmo se ha escrito en claro beneficio de una organización terrorista que ha segado la vida a casi un millar de españoles, no pone "la carne de gallina" al presidente del Gobierno ni, visto su silencio, al supuesto líder de la supuesta oposición. Tampoco se la pone al presidente del Tribunal Constitucional, como también cabría esperar si no fuera porque él es uno de los seis magistrados que han "perpetrado" la sentencia que ha abierto las puertas a los proetarras.

No. Lo que pone la carne la carne de gallina al desvergonzado Pascual Sala, por confesión propia, es que se cuestione su desacreditada independencia. Si ese cuestionamiento es un derecho y un deber de todo ciudadano desde que, al grito de "Montesquieu ha muerto", los socialistas consagraron la designación política de los miembros de los más altos órganos de nuestro Poder Judicial, todavía es más pertinente ahora, visto el abyecto extremo al que ha llegado su falta de independencia: un extremo en el que una sentencia judicial causa lágrimas a las víctimas y alborozo a sus verdugos.

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