Bajo la cortina de humo del franquismo y de la dignidad de las víctimas de la dictadura, se tildó de fascistas y de torturadores a los magistrados del Tribunal Supremo y se atacó abruptamente a la independencia judicial. Fue un acto de exaltación del frentismo y del sectarismo con discursos que recordaban tiempos pasados de una izquierda que esconde demasiados fantasmas en los rincones de su particular historia como para dar lecciones.
jueves, 15 de abril de 2010
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