La ofuscación de nuestra capacidad de juicio nos permite llamar luz a las tinieblas y tinieblas a la luz, según profetizara Isaías. Sólo así se explica que un Papa que invita a predicar en un sínodo a un rabino judío sea caracterizado como un enemigo de los judíos. Sólo así se explica que un Papa que se ha esforzado por presentar a Dios como logos, que se ha preocupado por trabar diálogo con el pensamiento filosófico de su época haya tenido que renunciar a visitar una Universidad. Sólo así se explica que el Papa que ha incorporado a la comunión a un sector del anglicanismo y limado asperezas con las iglesias ortodoxas sea tildado de antiecuménico. Sólo así se explica que un Papa que se ha esfozado por revitalizar el legado del Concilio Vaticano II, favoreciendo su injerto en el tesoro de la Tradición, sea acusado de retrógrado. Y, en fin, sólo así se explica que un Papa que desde el comienzo de su pontificado, y aun antes, se ha empleado con denuedo en combatir la suciedad que anida en el seno de la Iglesia, adoptando medidas quirúrgicas sin que jamás le haya temblado el pulso y extremando el celo en el escrutinio de las vocaciones religiosas, haya sido acusado sin pruebas (o con pruebas tergiversadas de forma soez) de amparar abusos sexuales, en una campaña desquiciada que pretende presentarlo ante el mundo como un delincuente.
lunes, 19 de abril de 2010
Cinco años de Benedicto XVI
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