Cada vez que ha visto amenazada su hegemonía o embarrancada su gestión al frente del Gobierno, el PSOE de Zapatero ha dado alas a la radicalización política y social con el objetivo de aislar al centro-derecha y alejarlo de cualquier expectativa de regreso al poder. Casi siempre le ha salido bien; desde las algaradas del 13-M de 2004 hasta la reciente resurrección de los fantasmas del franquismo, pasando por el Pacto del Tinell o los «cordones sanitarios», la estrategia de la confrontación funciona como catalizadora de demonios históricos que provocan la movilización de izquierdas y nacionalismos en una especie de frente común del que el presidente acaba sacando rentables réditos electorales.
lunes, 19 de abril de 2010
Extrema izquierda
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