Pedro de Tena en Libertad Digital
Nunca como desde la llegada al poder de Zapatero se acumularon tantos "golpitos" sucesivos a la búsqueda de no se sabe qué utopía como no sea la permanencia perpetua en el poder de un único partido, el científico y el bueno, que es la misma de siempre. Desde la moral religiosa y civil a la lucha contra el terrorismo, desde el tratamiento político y judicial del 11-M al uso de jueces y fiscales amigos en la lucha contra el adversario, la acumulación de golpitos es ya impresionante. Uno de los más importantes y actuales es el golpito catalanista, por el que un estatuto no revalidado por un Tribunal Constitucional se pone en marcha legal mientras se acojona a magistrados y parlamentarios con una debacle sociopolítica si no se logra lo que el nacionalismo, también socialista, quiere. Esto es, "si mi golpito no sale bien, entonces voy al golpe descarado". ¿O no es así? Dicho de otro modo, o el juez me absuelve o el juez es un "comprado", un "sicario", un "verdugo", un "torturador". Y cómo no, alguien que se atreve a criticarme o a juzgarme, por más que los hechos sean tan contundentes como la catedral de Burgos, es un fascista y un franquista (aunque ni tengan años para lo último).
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